lunes, mayo 21, 2007

MAS PRIVILEGIOS E IMPUNIDAD

Recibimos de la Coordinadora de Mercedes contra las plantas de celulosa y los monocultivos forestales
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MAS PRIVILEGIOS E IMPUNIDAD


Estamos en condiciones de informar a la población que Uruguay realizó un acuerdo con el Banco Nórdico de Inversiones.
La Coordinadora de Mercedes contra las Plantas de Celulosa y los Monocultivos Forestales rechaza el acuerdo suscrito en Helsinski, Finlandia, entre el Poder Ejecutivo del Uruguay y el Banco Nórdico de Inversiones.


Este acuerdo otorga privilegios económicos al Banco Nórdico de Inversiones de la importancia de los que destacamos a continuación:
Lo exonera de impuestos, tasas y gravámenes de todo tipo, a los intereses y demás cobros que realice por préstamos a empresas que se instalen en Uruguay y sean de los países que integran este banco.


Esta exoneración es un privilegio frente a los trabajadores, comerciantes y productores de Uruguay que pagan todos los impuestos.


2) Las empresas que se instalen en Uruguay y pertenezcan a cualquiera de los países miembros de este banco se beneficiaran con las mejores condiciones que tengan otras empresas en Uruguay.


Este acuerdo hace extensivo los privilegios establecidos, entre otros, en el convenio con Finlandia, a las empresas de estos países, sin necesidad de firmar nuevos convenios.




En este acuerdo también se otorgan privilegios jurídicos al Banco Nórdico de Inversiones como los siguientes:


Los representantes del banco tendrán inmunidad contra todos los procedimientos judiciales y administrativos por los actos que realicen en vinculación con este banco.
Nos preguntamos: ¿Cuál será la gravedad de los actos que cometerán, para que se le tengan que realizar acciones judiciales? ¿Traerán empresas contaminantes y así salvan su responsabilidad y nos dejan la contaminación? ¿No es esto, un privilegio y una violación a la legislación de Uruguay?


Además este acuerdo permite al Banco Nórdico de Inversiones vender estos privilegios a las empresas a las que le concede préstamos o garantías, lucrando con los mismos.


Los países que integran este banco son: Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia, Estonia, Letonia, y Lituania y son quienes recibirán los privilegios de este acuerdo. Varios de estos países son actuales socios en la contaminación del Mar Báltico.


Rechazamos también este acuerdo por ser una demostración de la entregaa de la soberanía de Uruguay.


¿Qué piensa usted ciudadano de Uruguay que paga todos los impuestos y respeta todas las leyes?


Para más información o entrevistas comunicarse con;
Dardo Arigón o Raquel San Román al (053) 22226 ó al (053) 22702

sábado, noviembre 25, 2006

Neuronas se necesitan

Pensar un poco, por favor!!!

Acabo de recibir un mail que es la estupidez más grande de los últimos tiempos: un idiota chovinista convoca a boicotear, a no consumir, productos argentinos... no se sabe en nombre de qué, pero de cualquier manera es una barbaridad que atenta contra los intereses del país.

Sólo pensemos en esto: El consumo uruguayo representa menos del 1 por ciento de la producción argentina. En cambio, los argentinos nos compran alrededor del 30 por ciento de nuestra producción exportable. Las conclusiones son obvias: si absolutamente todos los uruguayos dejáramos de comprar productos argentinos no les haríamos ni mella a los argentinos (que aunque el boicot fuera un éxito no sé qué cornos ganaríamos!!!!), pero si los argentinos decidieran boicotear EN SERIO nuestra producción nos harían un agujero que haría quedar nuestra economía en ruinas. Entrar en este tipo de estupideces patrioteras y chovinistas es lamentable. Los convocantes no dicen a santo de qué sería el tal boicot, pero uno se imagina que es por el tema de los cortes de ruta y las plantas de celulosa, puesto que mencionan resoluciones sobre el uso del río Uruguay de parte de La Haya y del BID… (dando a entender, de paso, que los uruguayos deberíamos prosternarnos ante tales celebérrimas autoridades)…

Pensemos algo sobre las plantas. Si hacemos un listado de beneficios y perjuicios, la lista de perjuicios es mucho más grande que la de beneficios.
Se crearán apenas 300 puestos de trabajo (la mayoría para técnicos extranjeros) mientras que se van a destruir miles de empleos en la agricultura, la pesca, el turismo, la gastronomía, la hotelería, la apicultura y otras áreas importantes de la economía.

La instalación de estas plantas no sólo va a contaminar y a deteriorar en forma muy grave el ecosistema de la cuenca del río Uruguay, sino que además va a generar emigración, pobreza, miseria y desocupación, al igual que lo han hecho todas las plantas de celulosa que -con igual tecnología- ya se instalaron en otros países sudamericanos. Veámos sólo dos ejemplos: la celulosa Celco, en Valdivia, Chile, que utiliza exactamente la misma tecnología que Botnia, debió ser clausurada por el gobierno debido a la alta contaminación que ya intoxicó a muchas personas y provocó la muerte de más de 30.000 cisnes de cuello negro (especie en extinción) en el río Cruces, declarado Santuario Ecológico de la Humanidad por las Naciones Unidas.

En Brasil, la celulosa Aracruz, del mismo grupo económico y con la misma tecnología que Botnia y Ence, contaminó el río de tal forma que los pescadores debieron emigrar y gran parte de la población también se ha ido debido a la falta de trabajo causada por el avance de los monocultivos de eucaliptos.

Recientemente el alcalde de Pontevedra, donde está instalada la matriz de Ence, dijo públicamente que los habitantes de esa ciudad de Galicia esperan ansiosos el cumplimiento del plazo legal otorgado a esa empresa para que se retire, debido a que la ría ha quedado altamente contaminada, lo que ha deteriorado la pesca, principal industria de la región, además de haber aumentado la incidencia de cáncer y enfermedades respiratorias entre los pobladores de la zona.

Hasta ahora, los únicos que defienden las plantas en Uruguay son los técnicos pagados por la empresa, los técnicos pagados por el Banco Mundial y el gobierno, todos involucrados con intereses directos en que ese nefasto proyecto prospere. En cambio, todos los técnicos independientes, incluidos los de la facultad de Ciencias, y los pertenecientes a las más diversas organizaciones no gubernamentales, es decir, insospechables de parcialidad, sostienen que la contaminación será realmente grave y perjudicial.

El gobierno, la empresa y el Banco Mundial mienten cuando dicen que se usará la última tecnología. Porque se usará ECF, que es una tecnología que tiene 15 años de atraso respecto a la TCF. Mientras con la ECF se vuelcan los efluentes contaminados al río, con la TCF la contaminación sería menor porque es un sistema de ciclo cerrado. Pero como es más cara no la van a usar en Uruguay, al contrario, van a usar la más atrasada y la más contaminante: la ECF.

El gobierno, El Banco Mundial, la empresa y los medios de comunicación mienten a sabiendas porque el Banco Mundial y la empresa han puesto mucho dinero para que así sea. Además el gobierno quiere salvar a sus amigos de las cajas bancaria, notarial y de profesionales universitarios vendiendo árboles, mientras el país se desbarranca, ya que los únicos que se benefician con este proyecto son los dueños de campos forestados y las grandes corporaciones trasnacionales de la forestación.

Instalar las empresas sucias, altamente tóxicas y contaminantes en los países del tercer mundo es un objetivo largamente planificado y puesto en marcha por el imperio y los países centrales y ahora los uruguayos estamos sufriendo las consecuencias. Es triste que el nuevo gobierno apoye semejante agresión a nuestros legítimos intereses.

Pero además, el principal argumento a favor de las plantas, que es la supuesta creación de puestos de trabajo, se desmorona estrepitosamente cuando uno hace cuentas: poner las plantas aquí significa elegir el modelo forestal, el peor modelo productivo de todos los existentes. ¿Por qué? Porque mil hectáreas de campo forestado dan trabajo sólo a cuatro personas. En cambio, mil hectáreas dedicadas a cualquier tipo de producción agrícola -¡A CUALQUIERA!- da trabajo a cinco veces más cantidad de personas. Algunos rubros económicos pueden dar trabajo, incluso, a 150 personas en igual superficie, pero en promedio la producción agrícola es cinco veces más generadora de empleo que la forestación. Por tanto, optar por la forestación y por la instalación de las plantas de celulosa es elegir un futuro de desolación, emigración, desocupación y pobreza, tal cual ha ocurrido en todas aquellas regiones en donde estas plantas ya se instalaron.

Mientras el nuevo gobierno siga por este camino no habrá ningún problema con la oposición. Los Sanguinetti, los Batlle, Los Lacalle y los Heber son propietarios o están involucrados con grandes extensiones de campo forestado. Y por eso tales líderes se restregan las manos y felicitan a Arana y a Vázquez en este tema, igual que los grandes medios de comunicación, pero todos sabemos que son gente a la que nunca importó el país.

Para colmo: ya no les alcanza con destruir el litoral fraybentino sino que además quieren destruir Durazno y Rocha, este último uno de los departamentos que perdería su mayor riqueza, es decir, sus ambientes naturales, playas y humedales, que son la mayor fuente de ingresos desde el punto de vista turístico que tiene el país. Pero si esas tres plantas se instalan no serán las únicas: hay otras siete proyectadas. ¿Se imaginan en qué se convertirá Uruguay?: sólo habrá lugar para los pocos técnicos y operarios que se ocupen de quemar troncos, soporten el olor a huevo podrido y puedan sobrevivir a toneladas de sustancias contaminantes. El paisito se convertirá en un desierto verde.

Yo me pregunto lo siguiente: nos rompimos el alma para defender nuestra agua, hicimos un plebiscito que es ejemplo en el mundo y ahora se la regalamos alegremente a gente que la va a contaminar impunemente. Porque para peor el país ni siquiera va a ganar un peso con la industrialización de los árboles. Uruguay seguirá exportando rolos, es decir, materia prima sin valor agregado, porque el territorio donde se está instalando Botnia ya no pertenece a Uruguay: es parte del territorio finlandés, el gobierno se lo regaló; es lo que surge del tratado aprobado por el Parlamento y por el decreto del gobierno que convirtió a esa parte de nuestro país en zona franca.

Otra perla de este collar: Botnia está exonerada de pagar impuestos, cuando cualquier comerciante o industrial uruguayo, igual que cualquier hijo de vecino, paga impuestos cada vez más onerosos. En los últimos 20 años, entre subsidios directos e indirectos el país le regaló mil millones de dólares a la producción forestal, que pagamos con impuestos todos los uruguayos. El modelo forestal es exótico e ineficiente, y no hubiera prosperado sin subsidios. Entre muchas barbaridades, el gobierno anterior aprobó una ley según la cual cualquier complejo agropecuario cuya superficie sea forestada al 60 por ciento o más queda exonerada de impuestos. Resultado: la mayoría de los propietarios de tierras plantó eucaliptos a mansalva, incluso en terrenos aptos para la agricultura o el pastoreo, inutilizando la tierra para otras actividades productivas, destruyendo el Uruguay Natural. Pero lo peor de todo es que ahora el nuevo gobierno, en lugar de intentar revertir el desastre, pretende profundizar la injusticia: en el último proyecto presupuestal incluyó un artículo que exonera de toda clase de impuestos a las empresas forestales. Semejante dislate lo pagaremos todos los uruguayos... Triste, muy triste. Es hora de que empecemos a reflexionar en lugar de decir que sí a todo lo que se nos intenta "vender".
WF
PD: Acabo de enterarme que un legislador uruguayo –ignoro quién es y de qué partido– instó recientemente, en una sesión del Parlamento, a no consumir productos argentinos. ¡Vaya! Que un idiota lo haga por internet, vaya y pase, pero que un legislador lo haga en pleno Parlamento ya es grave. El único comentario que se me ocurre es este: durante muchos años Uruguay se ha caracterizado por exportar cerebros. Se ve que los hemos mandado casi todos al exterior, para que estas cosas pasen en nuestro bendito país.

martes, junio 20, 2006

PAPELERAS GENERAN DESOCUPACION


Plantas de celulosa generan desocupación

La intención de instalar dos plantas de fabricación de celulosa en la margen oriental del río Uruguay, por parte de las empresas Botnia (finlandesa) y Ence (española), con el apoyo del gobierno uruguayo, provocó la firme oposición de la población de Gualeguachú y del gobierno argentino, y derivó en un conflicto internacional que se dirime actualmente ante la Corte Internacional de La Haya, donde este gobierno presentó una reclamación referida, entre otros aspectos, a la violación de acuerdos bilaterales para el uso del río limítrofe entre ambos países.

Argentina sostiene que la producción de un millón y medio de toneladas anuales de celulosa, y el vertido de efluentes altamente contaminantes en el río, en grandes volúmenes como está previsto, provocará daños gravísimos e irreversibles a la salud y la economía de los habitantes de la región, tanto uruguayos como argentinos.

El gobierno uruguayo, por su parte, rechaza tales extremos, sostiene que la contaminación será mínima y no afectará la salud de los seres humanos, pero se niega a aceptar la intervención de una comisión internacional neutral que evalúe los impactos ambientales. El gobierno uruguayo defiende, además, una inversión que cifra los casi dos mil millones de dólares y que generará una importante cantidad de puestos de trabajo, cuando la tasa de desocupación en ese país supera el 12 por ciento.

En Uruguay, todos los partidos políticos con representación parlamentaria, las cámaras empresariales, la central sindical y los grandes medios masivos de difusión, apoyan la instalación de las plantas, basados en que la inversión contribuirá a paliar el desempleo, mientras que la oposición se reduce a pequeños grupos radicalizados, a la mayoría de las organizaciones no gubernamentales ambientalistas, a un sector de profesionales preocupados por el deterioro ambiental y a personalidades del arte y la cultura.



Los opositores han firmado varias solicitadas al gobierno –entre ellas una apoyada por numerosos egresados de la Universidad de la República, ingenieros agrónomos, químicos, biólogos y otros científicos, y otra enviada por los participantes en el V Foro Social Mundial, realizado en Porto Alegre, a la que adhirieron posteriormente numerosas personas– para que impida la instalación de las plantas, pero este anunció que continuará apoyándolas. Ante ello algunos sectores han planteado que, al menos, se les exija que utilicen la tecnología de última generación, es decir, la llamada TCF (Totalmente Libre de Cloro), dado que es una técnica de ciclo cerrado, casi sin efluentes líquidos.

A pesar de los enormes riesgos que implica y que el uso de la TCF no garantiza que no exista contaminación y que ésta se producirá de cualquier modo, debido principalmente al gigantesco volumen de sustancias tóxicas que serán vertidas al medio, al agua, a la tierra y al aire como resultado de un proceso industrial a gran escala, la exigencia de su aplicación –sostienen los opositores– sería una forma menos ominosa de soportar la imposición de estas plantas cuya instalación traerá al país muchos más perjuicios que beneficios.

Hay dos aspectos centrales en este debate: la creación de fuentes de trabajo y el grado de contaminación que provocarán estas industrias.

Respecto de este último punto es evidente que se le ha ocultado información a la opinión pública, tanto desde las empresas como desde el gobierno y desde los organismos internacionales. Para quienes hemos luchado desde siempre por cambios en la vida política que promuevan la justicia social y una mayor independencia de los grandes centros de poder, resulta penoso comprobar como nuestros actuales gobernantes y algunos dirigentes de la izquierda, cuando la prensa los consulta, apoyan su argumentación en un informe del Banco Mundial que avala la posición del gobierno y de las empresas en torno a la insignificancia del daño ambiental.

¿Es que ahora los informes del Banco Mundial son confiables?, cuando toda la vida esa institución se ha caracterizado por invertir millones de dólares en informes técnicos cuyos resultados han sido, invariablemente, favorecer a las grandes empresas transnacionales en perjuicio de las pequeñas empresas nacionales, favorecer a los países ricos en contra de los países pobres y dentro de estos, favorecer a las clases ricas en perjuicio de las clases pobres. El eterno discurso del Banco Mundial -así como de otros organismos financieros internacionales similares- es: “hacemos lo que hacemos para favorecer a los pobres”, y el eterno resultado de las acciones de esa entidad es que los países pobres como el nuestro y a su vez los pobres dentro de cada país son los eternamente perjudicados. ¿Por qué razón tenemos que confiar ahora en los informes del Banco Mundial cuando siempre han sido perjudiciales para los pueblos?

Pero lo que parece el colmo de la ingenuidad o de la desvergüenza -vaya uno a saber- es que nadie parece darse cuenta de que era absolutamente lógico que el Banco Mundial aprobara el préstamo, porque prestar plata a interés es una de las actividades principales de un banco y para que la operación financiera se concretara era condición indispensable que el informe ambiental fuera favorable a las plantas. La desfachatez, el caradurismo, de estas personas no tiene límites: con un cinismo a toda prueba le pusieron el pomposo título de ombudsman (defensor del pueblo) a la persona que dirigía esta operación financiada por el Banco Mundial para engañar incautos. Y lo triste es que hasta el momento no se han escuchado voces que cuestionen semejante engañifa. Peor: para oprobio del pueblo frenteamplista sus dirigentes manejan ese informe como si fuese una verdad revelada.

El Frente Amplio es el partido de gobierno en Uruguay. Por su parte, el Grupo Guayubira –que cuestiona la instalación de las plantas– sostiene que el informe de la ombudsman confirma sus denuncias en lo referente a la insuficiencia de las evaluaciones de impacto ambiental (EIAs) realizadas por las empresas y aprobadas por el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA); en cuanto a la falta de controles adecuados por parte del gobierno y en lo concerniente a la inexistencia de evaluación de los impactos sobre diversos sectores económicos, en particular la agricultura, la pesca y el turismo, así como sobre las poblaciones, los sectores sociales y los individuos potencialmente afectados. Para mayor información consultar http://www.guayubira.org.uy/celulosa/Confirman_impactos.html.

Sin plantas no había negocio, con plantas, en cambio, se generaba otro buen negocio para el Banco Mundial, un negocio que para colmo de males vamos a tener que terminar pagando los uruguayos. Porque la empresa Botnia anunció que, en realidad, no tiene la plata que antes dijo tener y que no puede invertir lo que anunció que iba a invertir, y por eso le pidió prestado al Banco Mundial, pero no sólo, también le pidió plata al gobierno uruguayo y este ya le concedió varios privilegios, entre otros una generosa exención de impuestos (la superficie donde se construye la planta y el puerto se han convertido en zona franca, entre otras prebendas). Esa es plata que vamos a tener que poner de nuestro bolsillo todos los uruguayos. De modo que argumentar sobre la base de un informe técnico viciado de nulidad, flechado, y éticamente inadmisible por la conjunción de intereses, es una reverenda tontería, sino algo aun más grave.

Por si lo anterior fuera poco el gobierno socialista uruguayo acaba de elevar al Parlamento un proyecto de ley que prevé exonerar de toda clase de impuestos a la actividad forestal, cuando esta ya ha sido históricamente subvencionada en más de 450 millones de dólares. En efecto, en el nuevo proyecto de reforma tributaria, en los capítulos 73 a 77, se exonera de toda clase de impuestos a la actividad forestal e industrias conexas.

Lo que no dice el informe del Banco Mundial es que la contaminación que provocarán Botnia y Ence será realmente grave. En particular porque se utilizará la tecnología ECF (que significa Parcialmente Libre de Cloro o Libre de Cloro Elemental según sus siglas en inglés). Es una tecnología que tiene unos 15 años de atraso respecto del sistema TCF y cuyo uso está seriamente cuestionado, restringido y controlado en los países desarrollados.

Quienes apoyan la instalación de las plantas sostienen que la tecnología ECF es inocua para el medio ambiente, pero numerosos informes técnicos demuestran exactamente lo contrario, ya que si bien reduce los daños que provoca el antiguo sistema de blanqueo no elimina –como erróneamente se asegura– la emisión de productos organoclorados ni la producción de las peligrosas sustancias conocidas como dioxinas y furanos.


Son precisamente esas sustancias las que aparecen en los tejidos de cisnes de cuello negro muertos, así como en otras especies de aves y peces en el Santuario del Río Cruces, en Valdivia, Chile. Treinta mil cisnes, emblemáticos de la región, han perecido desde que comenzó a funcionar la Celulosa Arauco (Celco) que usa el ECF, el mismo sistema que Ence y Botnia aseguran que será inocuo en el río Uruguay. Arauco y el gobierno chileno dijeron lo mismo pero ahora el mal ya es irremediable y las pérdidas son incalculables.
Para mayor información sobre este episodio recomiendo visitar www.accionporloscisnes.org.


De acuerdo con la información que manejan expertos allende el río (véanse www.noalaspapeleras.com.ar y http://www.blog.labrys.com.ar/2006/02/04/campana-c2%a1paren-a-las-papeleras) la operatoria de estas plantas provocaría, entre otros perjuicios, tres graves efectos en el agua, el aire y el suelo: 1) el vertido de 86 mil metros cúbicos diarios de efluentes industriales tóxicos tendría un efecto desvastador sobre la vida subacuática del río Uruguay; 2) la emisión de gases contaminantes afectaría la atmósfera en un radio de 50 quilómetros a la redonda, lo cual generaría lluvias ácidas en la zona y colmaría el aire con sustancias cancerígenas y bioacumulativas; 3) la acumulación de 150 toneladas por año de residuos sólidos peligrosos provocaría la contaminación de terrenos y agua subterráneas, modificando en forma sustancial los actuales equilibrios.


A su vez, para mayor información sobre el tema dioxinas y furanos véase www.guayubira.org.uy/celulosa/CFI_BM_Critica_RAPAL.htm en donde se citan, entre otras, las siguientes fuentes: Carrasco Letelier, Leonidas. Contaminantes ambientales derivados del pulpaje y blanqueo de la pulpa de madera (2004). Greenpeace. Pulp an paper (1992). http://archive.greenpeace.org/toxics/reports/gopher-reports/chlora3.txt. Green Press Initiative (s.f.). Chlorine Free Products. www.greenpressinitiative.org/chlorinefreeproducts.htm. Rotard. Dioxinas (1987). www.media.payson.tulane.edu:8086/spanish/envsp/Vol324.htm. Stringer, Ruth y Johnston, Paul. Chlorine and Environment: An Overview of the Chlorine Industry. Kluwer Academic Publishers (2001).


Incluso hasta la modesta Fanapel tiene planeado reconvertirse al TCF, pues es un método de procesamiento que minimiza los riesgos y reduce los daños ambientales, que suelen ser inevitables en este tipo de industria.

Uno se pregunta si una pequeña industria nacional, como Fanapel, que en Juan Lacaze produce entre 30 mil y 35 mil toneladas anuales de pasta de papel, es capaz de reconvertirse y usar el TCF, por qué no pueden hacerlo estos monstruos transnacionales que prevén una producción gigantesca, 50 veces mayor: un millón de toneladas anuales Botnia y medio millón Ence.
Las razones parecen claras: el sistema ECF es sensiblemente más barato que el TCF y el gobierno uruguayo no se ha tomado la molestia de exigir que se aplique este último, cosa que debería hacer como condición mínima previa a la instalación de estas plantas

Actualmente sólo hay dos plantas en el mundo que producen un millón de toneladas y no están en España ni en Finlandia sino en China y Brasil. La instalación de estas plantas en Uruguay, que juntas se convertirán en el mayor productor mundial de celulosa con un millón y medio de toneladas anuales, forma parte de un vasto plan de los países del Norte para trasladar gran parte de la industria altamente tóxica a los territorios de los países subdesarrollados. Una estrategia que cumple varios objetivos, entre ellos: alejar de los países centrales el peligro de la contaminación -que se envenenen los pobres- pues en la mayoría de los países pobres no hay conciencia ecológica desarrollada ni medios adecuados para controlar a las industrias contaminantes; y producir con costos sensiblemente inferiores: privilegios impositivos, exenciones tributarias, materia prima y mano de obra baratas. En esa estrategia se inscribe la imposición de un modelo forestal basado en el monocultivo de especies de crecimiento rápido en la mayoría de los países subdesarrollados.

EL CUENTO DE LA INVERSION QUE GENERA EMPLEO

Por otra parte, los que defienden la instalación de las celulósicas sostienen que son positivas porque van a generar fuentes de trabajo. Nada más falso. Es cierto que, parcialmente, durante dos o tres años, mientras dure la construcción de las plantas, se van a crear algunos puestos de trabajo en la construcción y en las industrias y servicios complementarios, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana.

En realidad la planta de Botnia sólo ocupará a unas 300 personas, la mayoría de los cuales serán técnicos y un alto porcentaje extranjeros. Sólo habrá unos pocos lugares para operarios altamente especializados y sólo habrá ocho puestos de trabajo para personas de educación media hacia abajo. De modo que los famosos puestos de trabajo para los fraybentinos quedarán en la nada: ni pensar que se genere algún empleo para algún uruguayo de otras latitudes, salvo que sea algún técnico o profesional especialmente preparado para trabajar en la industria y que tenga una suerte similar a la de ganar el Cinco de Oro, porque los empleos si los hubiere serán bien poquitos.

Pero lo más grave es que la cantidad de puestos de trabajo que esta industria va a destruir será sensiblemente mayor a los que va a crear. Se perderán cientos de empleos en la agropecuaria, en la agricultura, en la apicultura, en la pesca, en la hotelería y en el turismo, entre otras áreas importantes de la economía, no sólo de los fraybentinos sino de todo el país.

Está comprobado que, de todas las actividades económicas en el medio rural, la forestal es la que emplea menor mano de obra, menos incluso que la ganadería extensiva, actividad que tenía el peor índice del país antes de que se iniciara la forestación. Un solo ejemplo: diez mil hectáreas forestadas dan empleo, en promedio, a 45 personas. En igual superficie la horticultura (actividad que está en la mitad de la tabla del ranqueo en lo que a generación de fuentes de trabajo refiere) proporciona 1330 empleos, es decir, treinta veces más que la forestación.

De acuerdo con los datos del censo agropecuario del 2000 el número de trabajadores permanentes por cada mil hectáreas forestadas es de 4,49. La ganadería de vacunos de carne genera 5,84 empleos permanentes en la misma extensión de tierra, en tanto que la ganadería de ovinos provee 9,18 empleos. Y éstas, junto con la producción de arroz (7,75), son las peores cifras. En el extremo opuesto se encuentran la producción para autoconsumo (262 empleos/mil hectáreas), de aves (211), la viticultura (165), la horticultura (133) y la producción de cerdos (128), en tanto que en el medio se ubican la producción de vacunos de leche (22), los servicios de maquinaria (20) y los cultivos cerealeros e industriales (10).

Además, los empleos forestales son los de peor calidad, condición y remuneración, al punto que han sido calificados como trabajo esclavo. La experiencia de la forestación en los últimos veinte años revela que esta industria ha destruido los ecosistemas, ha desertificado las tierras fértiles aptas para la ganadería y la agricultura, ha expulsado a los colonos de sus tierras y ha destruido cientos de puestos de trabajo en diversas áreas, empobreciendo al país y sus posibilidades de futuro.


En los departamentos de Tacuarembó, Rivera y Paysandú, al norte del país, miles de colonos que arrendaban parcelas para diversos cultivos –en la mayoría de los casos huertas familiares o predios de pequeños y medianos productores– fueron expulsados de sus tierras por los propietarios para destinarlas a plantar eucaliptos o venderlas a transnacionales de la forestación. En aquellos lugares donde antes se concentraban hasta 200 personas ocupadas ahora basta con cuatro peones para mantener grandes extensiones de campo forestado. Una serie de notas del periodista e investigador social Víctor Bachetta, publicadas por el diario La República entre agosto y setiembre de 2004, ilustra ese proceso con mayor detalle y claridad. En el caso de Tacuarembó, entre 1995 y 2004 la adquisición de cien mil hectáreas para forestación provocó el desplazamiento de unas ocho mil personas, según datos de los juzgados de paz locales, y el cierre de diecisiete escuelas rurales. En esa superficie trabajan hoy menos de quinientos trabajadores forestales. En Rivera, en un área similar e igual período, más de ochenta cascos de estancia fueron abandonados.

Sin embargo, hay quienes no se resignan a perder lo invertido en forestación y a costa del sufrimiento del resto del país y del alto riesgo de un gravísimo deterioro ambiental, presionan al gobierno para que convierta a Uruguay en un país forestal, es decir, que deje de ser el “Uruguay Natural” cuya imagen se ha promovido en forma publicitaria y pase a ser una especie de republiqueta bananera de las transnacionales forestales.

Los perjuicios para el país serán enormes, en particular para el propio departamento de Río Negro, cuyo balneario Las Cañas, uno de los más bellos y de mayor atracción turística del país, situado a ocho quilómetros aguas abajo de Fray Bentos, será el principal perjudicado. ¿Quién va a veranear a un lugar donde hay olor a huevo podrido? ¿Quién se va a bañar en las aguas de una playa sobre la cual se volcarán diariamente miles de litros de sustancias químicas peligrosas para la salud, en particular los ya conocidos contaminantes orgánicos persistentes (COP)? Los puestos de trabajo que se perderán en esa área turística no han sido evaluados pero sumarán una cifra sin duda relevante.

Dicho sea de paso, al permitir la instalación de las celulósicas el gobierno violará los acuerdos internacionales que el propio país firmó, como la convención de Estocolmo para reducir la emisión de dioxinas y furanos. Uruguay, a contrapelo del mundo, aumentará la emisión de esas sustancias.

Pero no sólo el turismo de Fray Bentos se verá resentido, también el de todo el país y en particular el de la costa Este, porque ya la imagen de “Uruguay Natural” ha quedado muy deteriorada por todo este asunto y la obcecada negativa del gobierno uruguayo a escuchar la protesta de los ambientalistas argentinos y las advertencias de los ambientalistas criollos ha causado enormes perjuicios a las posibilidades turísticas del país, en particular la de los años venideros. El turismo representó en el año 2005 un alto porcentaje del total de ingresos de divisas al país, de modo que poner en riesgo la continuidad de esos ingresos es atentar contra la economía del país y contra los intereses del país mismo.

Pero lo más grave es que si el gobierno mantiene su tozuda posición se corre el riesgo de que el conflicto con Argentina se agrave al punto de poner en cuestión las relaciones comerciales con uno de los principales compradores de nuestra producción exportable.

La gremial uruguaya de transportistas, junto a sectores exportadores, anunció recientemente que el país ya perdió más de treinta millones de dólares a raíz de este conflicto. ¿Hasta cuando el gobierno uruguayo seguirá manteniendo una posición que conduce a nuestra economía y al país a situaciones críticas y ruinosas?

En aras de la defensa de una posición favorable a las celulósicas -insostenible, a esta altura- se pone en riesgo uno de los principales soportes de la economía del país: la exportación al mercado argentino. No debemos olvidar que las campañas de boicot a determinados productos o marcas, que suele emplear como método de lucha la organización ecologista Greenpeace, suelen dar resultado y afectar grandemente el consumo de tales mercaderías.



Por otra parte, cuando nuestra etiqueta internacional “Uruguay, País Natural” pierda confiabilidad ante los consumidores internacionales, el turismo se resienta y el mundo comience a dejar de comprar nuestros productos, no digo árboles, sino carne, cueros, lana, lácteos, cereales o cualquier otro producto “natural”, ¿qué le va a decir este gobierno a la gente? ¿Ajo y agua?


Si la instalación de esas plantas trae tantos problemas y tan pocos beneficios, por qué razón nuestros gobernantes siguen empeñados en apoyarlas. ¿Los frenteamplistas no se han preguntado por qué los principales dirigentes políticos del Partido Colorado y del Partido Nacional apoyan al gobierno en este tema en forma casi más fanática que los propios militantes de izquierda?

Claro, tampoco parecen haberse percatado de que se ha montado una gran parafernalia mediática a favor de las plantas, diligente para descalificar cualquier opinión contraria, identificando el asunto como si fuera una causa nacional, en un bombardeo permanente que hace recordar la metodología goebbeliana en materia informativa.

No es porque esto beneficie al país, es porque tales organizaciones políticas están involucradas con el modelo forestal, en particular Lacalle y compañía y por eso el dirigente herrerista ha manifestado su apoyo incondicional a Vázquez en este asunto. ¿En qué se fundamenta, entonces, la postura del gobierno? (Véase al final el apartado “La coima, el tiburón y la sardina”).

Una punta del ovillo por donde empezar a comprender semejante embrollo parece ser el hecho de que buena parte del sector profesional uruguayo -abogados, médicos, escribanos, arquitectos y otros profesionales-, así como otros sectores de clase media y alta (bancarios y banqueros) realizaron en el pasado reciente grandes inversiones en forestación y ahora presionan al gobierno para que favorezca la instalación de las plantas, lo que le daría una salida rápida, segura y económica -sin el costo de los fletes- a los miles de árboles que ocupan hoy buena parte del territorio nacional.

Es sabido que en los años 80 y 90 muchos profesionales universitarios invirtieron en forestación. Es paradigmático el caso de las cajas de profesionales, de notarios y de bancarios, las cuales poseen grandes extensiones forestadas. Ya es conocido el hecho de que el gremio bancario (AEBU) apoyó un acuerdo entre Botnia y la Caja Bancaria para que esta institución provea de madera a la transnacional finlandesa. Si a esos antecedentes le sumamos que algunos izquierdistas todavía sostienen el ilusorio sueño de volver al pasado industrialista, con muchas fábricas echando humo por sus chimeneas y con el crecimiento del proletariado industrial como columna vertebral de una futura revolución social, entonces uno puede empezar a comprender por qué en la izquierda son muy pocos los que cuestionan esta nueva barbarie a la cual el imperio nos quiere someter y que el gobierno frenteamplista más que tolera, apoya con inusitado fervor.


La coima, el tiburón y la sardina

A pesar de que el canciller uruguayo ha sostenido que nuestro gobierno no acepta coimas, sugiriendo en forma elíptica que sí lo habrían hecho las autoridades argentinas, de haberse dado la oportunidad, es innegable que todos los partidos políticos uruguayos con representación parlamentaria (incluido el Frente Amplio) ya aceptaron el dinero que las empresas Botnia y Ence pusieron arriba de la mesa para financiar los viajes de un nutrido grupo de parlamentarios al viejo continente, quienes viajaron con todos los gastos pagos con la excusa de ir a inspeccionar las celulósicas en sus respectivos países.

Lo real es que hay mucho dinero de por medio, que estas empresas no escatiman en financiar gigantescas campañas publicitarias a su favor ni en apelar al medio que sea para ganar adeptos, y que la compra de conciencias está en el orden del día. Hasta han llegado incluso a organizar fiestas masivas y regalar toneladas de juguetes y artículos escolares en los barrios pobres de Fray Bentos para captar la simpatía de la opinión pública. Si uno no fuera tan crédulo podría llegar a pensar que se trata de demagogia pura.

Recientemente se denunció que la empresa Botnia pagó algo más de cuatro mil dólares a un dirigente ambientalista fraybentino para que actuara solapadamente entre los ambientalistas uruguayos con el objetivo de frenar las manifestaciones contrarias a la instalación de las plantas, e influyera en la asamblea ciudadana de Gualeguaychú para promover un ámbito de entendimiento entre las partes. Los directivos de la empresa reconocieron públicamente que le habían entregado al fulano solamente 50 mil pesos (unos dos mil dólares) para que se encargara de tales gestiones, pero negaron que semejante conducta pudiera ser calificada de coima.



Aunque todos los miembros del plantel gobernante fueran tan ingenuos como impolutos, hay algunos hechos que no pueden negarse: porque es innegable que la actual postura del gobierno en esta materia es absolutamente funcional a los intereses de los Estados Unidos. Es evidente que un Mercosur fuerte conspira contra los planes hegemónicos del imperio. Sobre todo con el acople de Chile, Bolivia y Venezuela, lo que conformaría un poderoso bloque no sólo ya económico sino también político que, a corto y a mediano plazo, podría convertirse cuando menos en una gran incomodidad para el gigante del norte.

Por eso Estados Unidos arremete con el ALCA y por eso, a los fines de su estrategia, resulta funcional que el Mercosur se debilite, que no avance. En ese marco, la polémica por las plantas de celulosa y la grieta cada vez más agria en las relaciones entre Argentina y Uruguay acumula para los intereses estadounidenses y va en contra de los intereses de nuestras naciones. No es casual, entonces, que algunas voces del gobierno comiencen a hablar en forma favorable a un eventual tratado bilateral de libre comercio con Estados Unidos. Se cumple la vieja ley; el pez grande se come al chico.

El flamante anuncio del presidente Vázquez en la propia sede del imperio, sobre el inminente alejamiento de Uruguay del MERCOSUR, no hace más que confirmar una triste sospecha: el viejo imperio sigue mandando, aunque la gente haya votado por el cambio y el socialismo. Una vez más los hechos convocan a no cejar en la lucha por los viejos sueños.

Walter Falco
Montevideo, mayo de 2006.

lunes, junio 19, 2006

¡Reaccionen uruguayos, reaccionen!



Plantas de celulosa e impacto ambiental

¡REACCIONEN URUGUAYOS, REACCIONEN!

Las empresas forestales en Uruguay no han plantado sólo en campos de aptitud forestal –como marca la ley– sino también en terrenos fértiles para la producción agropecuaria.

Según denuncia el ingeniero Durán del Campo, los mejores campos agrícola-ganaderos uruguayos han sido destinados a la forestación, empujando al descalabro productivo del sector exportador hasta ahora más sólido del país y, por ende, incrementando la desocupación y el despoblamiento rural.
El profesional también acusa al sistema político de inducir al engaño, por cuanto la promoción del modelo forestal pretende ocultar que este genera, además de contaminación, desempleo y pobreza.
Para Del Campo hay que elegir “entre la entrega del patrimonio nacional o la dignidad”.



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por el ingeniero agrónomo Daniel Durán del Campo
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Los que tenemos algunas canas y hemos soportado algunas secas en el Uruguay, sabemos del equilibrio de los suelos arenosos y los de basalto, dos suelos con características diferenciales bien definidas. El basalto superficial, rico en minerales, poblado de pasturas finas, cuando llueve parejo se convierte en uno de los mejores suelos del Uruguay. Su problema es la falta de agua, campos superficiales sienten el rigor de la sequía como ningún otro.

El arenoso, por el contrario, productor de pasturas más gruesas, tiene como característica un déficit invernal grande, producto de su mal manejo (pastoreo continuo) Pero tiene una condición que lo hace excepcional en regiones como ésta en que la sequía es un azote permanente para la producción ganadera.

Son los campos que de acuerdo con su estructura aguantan más la seca. Esta composición de los suelos uruguayos le dio un gran equilibrio a la ganadería. El basalto de Artigas, Salto, Paysandú, Durazno, tenía muy cerca los campos arenosos de Rivera, Tacuarembo, Paysandú y Durazno, adonde era muy fácil desplazar los ganados cuando venían épocas de crisis. Una vez recuperada la situación climática los ganados volvían a su lugar de origen y se restablecía el equilibrio minimizándose las pérdidas.


Hoy, la forestación copó los campos arenosos, los mejores del país. En ellos, aparte de la ganadería, se puede hacer soja, arroz, cultivos de verano, papa, semilleros, porque tienen una inmejorable reserva hídrica. Uruguay hizo 750.000 hectáreas de forestación y es el único país del mundo que no hizo impacto ambiental.

Los forestadores, ni lerdos ni perezoso, coparon la banca, forestaron lo que nadie foresta, los campos mejores, los más productivos, los arenosos. Ellos mismos dicen que el eucalipto en Uruguay crece diez veces más que en Finlandia. Lo que dura en crecer un árbol ocho años, precisa ochenta años en Finlandia.

Pero la realidad de hoy es que el país esta amenazado con perder 600.000 mil vacunos, aparte de la pérdida de peso y baja preñez que tendrá que soportar el primer rubro de exportación del Uruguay. Y aunque parezca mentira, esto no ha sido cuantificado.
No es transitorio, al contrario, se va a convertir en algo permanente. Porque el basalto, entre el arroz que le sacó las mejores tierras, las más profundas, de una riqueza varietal excepcional, una biodiversidad envidiable, gracias a esas dos acciones lo ha dejado prácticamente desnudo.


Y aunque parezca mentira eso no se ha cuantificado, no ha habido estudio de impacto. Esto afecta a más de 3.000.000 de hectáreas del país productivo que dijimos íbamos a impulsar.
Lo que sabemos es que eso no es casualidad, es fruto de una política de atraso cambiario, los productores uruguayos perdieron mil dólares por hectárea, lo que
equivalía al valor del campo más mejoras y haciendas.
El resultado está a la vista: familias destruidas, suicidios, despoblación, etc. Eso determinó el auge de la forestación que no pagó impuestos, que tuvo incentivos increíbles como el de las plantaciones, que si al año el productor tenía el 80% de las plantas prendidas se le devolvía el dinero que había invertido. Importar vehículos sin impuestos...

Un productor ganadero se compraba una 4X4 P y pagaba el doble de lo que pagaba un productor forestal. ¿Qué respuesta hubiera tenido el país si a un productor ganadero que (el Estado) le prestaba dinero para ganado de cría tuviera el 80% de cría y le devolvieran el dinero? Seguramente estaríamos con cifras record de producción, hubiéramos aumentado nuestra mano de obra, estarían poblando, y no despoblando nuestros campos como hace la forestación.

Con el Dios mercado de estandarte (se) preconizaba la eficiencia, los mejores, los más eficientes eran los que tenían que triunfar en este mundo globalizado, subsidios eran mala palabra. En los países subdesarrollados los impuestos tenían que ser prescindentes de los sistemas productivos. Por supuesto, eso era para los agrícolas ganaderos: Para los forestales, en cambio: alfombra roja.

La mayoría de estas empresas extranjeras que nos venían a ayudar con sus inversiones, los criollitos marchábamos a la B, acusados de latifundistas retrógrados y explotadores.

Resultado de esta política: hoy prácticamente no quedan campos arenosos destinados a la ganadería. Quedan islas metidas en algunos establecimientos y estos van a ser capturados por las empresas forestadoras que les dan (plantines de eucaliptos)* a los productores y le aseguran su compra.

El Uruguay tiene que sacar una ley urgente prohibiendo la forestación de campos arenosos. Hoy se instalan las papeleras (pasteras), el Uruguay que es el primero que tendría la obligación de hacer un estudio de impacto ambiental, no lo tiene. El Banco Mundial dice que es incompleto y los de Botnia y Ence no son aceptables por ser parte interesada.

Además, a lo largo del proceso (se) ha demostrado que no son empresas creíbles por una serie de acciones que desacreditan y ponen en tela de juicio su accionar. Lógico, ellos no vinieron hacer una obra de caridad, vinieron a hacer un negocio. Y el negocio es redondo: tierras excepcionales, mano de obra barata, puerto, (no) pagan impuestos en país de origen, todo con la creación de trescientos cargos de trabajo.




Porque después que rehagan las (papeleras) pasteras, los cino mil trabajadores que ocupen en la construcción quedarán sin empleo. Y los 300 fijos serán reemplazados por robots. Dijeron de la mano de obra que iba a generar el corte de eucaliptos y hoy vemos que fue reemplazada por las peladoras que cortan, apilan y cargan sin necesidad de obreros. Es posible que los uruguayos sigamos creyendo en pájaros de colores.

El sistema político desesperado se ha olvidado que lo más importante de un país es la dignidad de su gente a la que no se le puede engañar. Hay que mirar hacia delante: dentro de cincuenta años cuando tengamos tres millones de hectáreas arruinadas por la forestación nuestros hijos y nietos tendrán un país empobrecido y serán muy duros con los que por una coyuntura económica hipotecaron el Uruguay.


Si Artigas en Purificación hubiera vendido algo de nuestro patrimonio para sobrevivir y los sucesivos gobiernos hubieran hecho lo mismo, hoy no tendríamos país. Hoy hay que elegir entre la entrega del patrimonio nacional o la dignidad.

No se puede salvar un gobierno que para salvarse compromete el patrimonio nacional. Uruguayos: Argentina tiene razón, hemos violado un tratado, el único respaldo de los países chicos es el derecho. Mañana los argentinos deciden poner una fábrica de ácido sulfúrico en la Isla Caridad y nosotros tendremos que emigrar de Paysandú. No hemos sabido defender el tratado, si se instalan las fábricas perdemos el río, las generaciones futuras serán implacables con el sistema político uruguayo. Los argentinos tienen razón, lo que no tienen es autoridad. Es el país más contaminado de América, Misiones con la población agobiada por sus agroquímicos, cuatro litros de glifosato por hectárea, un país destrozado por la expulsión de su gente de campo.

Papeleras (pasteras) como los nuestras -de las que nadie habla- las del Río Negro y Juan Lacaze, contaminan. Pero lo peor, la división, la maldita división, los chistes de mal gusto sobre los argentinos como una forma de desprestigio y no agarrar el toro por la guampas y convertir esta debacle en un triunfo de dos pueblos hermanos.

Mandaré esta publicación a: diario El Telégrafo, El Observador, El País, La República, semanario Brecha, semanario Búsqueda y Tres Puntos. Posteriormente, haré otra publicación confrontando nuestras opiniones con las del ministro de Medio Ambiente, arquitecto Mariano Arana. En política siempre hay que optar, votamos a Tabaré, pero hoy, entre seguir con el gobierno o defender al Uruguay, defendemos al país. No significa un cambio, significa seguir en la línea. Ni por asomo volver a los responsables de esta situación de caos, llámense partidos tradicionales.
Hoy cambiamos el cántico, Tabaré dice “Festejen uruguayos”, yo digo: reaccionen uruguayos.

Al otro día del triunfo, en el afán de defender al Uruguay, propusimos un Plan de Desarrollo Agropecuario, trabajamos intensamente en esto, fuimos postergados. Hoy, con 500 millones de dólares, hubiéramos empezado los cambios. Con esa plata de empréstito (el gobierno) se dedicó a cambiar deuda. Seguimos debiendo, seguimos dependientes.


* En el original copiado de http://www.páginadigital.com.ar/ falta la frase entreparentisada. La nota es una gentileza del equipo de redacción de EcoPortal.net: http://www.ecoportal.net/ (info@ecoportal.net).

miércoles, junio 07, 2006

La esperanza es un río en la frente






Día Mundial del Medio Ambiente
La esperanza es “un río en la frente” *


Ya lo sabemos: las principales palancas del planeta se encuentran en manos inapropiadas, dirigidas por mentalidades incompletas, inmaduras, desocializadas. Es posible que nunca en la historia de la humanidad se hayan tomado decisiones políticas, económicas, científicas y sociales con más influencia de la frivolidad que hoy. El cerebro del cual estamos dotados todos los humanos puede desarrollar funciones extraordinarias, y parecería que apenas estamos usando el 20 por ciento de su capacidad. Pero junto con el cerebro no viene incluido un “Manual de uso”, y mucho menos un reglamento, un código de uso ético. Esta dimensión filosófica, social, espiritual es aportada por la cultura en la que se desarrolla cada cerebro.
La actual cultura hegemónica en Occidente, cada día más globalizada, está construida sobre los pilares de las relaciones económicas y sociales del capitalismo, cuya máxima esencial es obtener el mayor lucro posible en el menor tiempo posible. Alrededor de este propósito simple giran todos y cada uno de los elementos que conforman la “occidentalidad” actual, sus acciones, instituciones, leyes, relaciones sociales y económicas, desarrollo científico, aparatos ideológicos y “culturales”. La ética que genera, instala y promueve, como es obvio, le es funcional.
De esta manera, el cerebro adquiere su código por ósmosis social, y toda su acción, su uso, queda ceñido a la obtención del mayor lucro posible en el menor tiempo posible. Todas las demás variables y las propias consecuencias de las acciones ejecutadas en nombre de esa máxima permanecen en un segundo, lejano y empalidecido rango. Entre ellas, el deterioro ciego del ambiente, y lo que es peor, la hipoteca inconsulta del futuro de la humanidad entera.


Los dueños de aquellas poderosas palancas son conocidos, sus nombres y fotografías aparecen en revistas, programas de televisión, reportajes y hasta en narcisistas enumeraciones con base en la competencia de saber quién es el más rico del mundo este año. Así de inmaduro y tosco.

El poder que manejan estas personas las transforma, sin embargo, en extremadamente peligrosas. Gran parte de lo
institucionalizado está a su servicio. Lo han comprado casi todo, y últimamente hasta la conciencia de la ciencia cuya disposición mayoritaria –a semejanza de sus patrones– es realizar todo aquello que es posible lo más rápido que se pueda, con la única condición de que sea vendible,
comercializable. A nadie le interesa en esos ámbitos responderse si todo lo posible es deseable.

Parece cada día más claro que los desastres ambientales, el hambre en el mundo, las guerras y las discriminaciones de cualquier tipo, el vasallaje planetario, el desarrollo de los no desarrollados y el futuro entero de la especie humana no tienen un origen financiero o económico, productivo o tecnológico, legal o policial, sino ético. Como vimos, esta dimensión es fantasmal en el capitalismo, que para ocultar su ausencia usa subterfugios, el más reciente es la manida “responsabilidad social”.

Esta crisis sistémica genera fronteras invisibles con territorios donde la cultura hegemónica pierde vigor y credibilidad, zonas de resistencia y de resiliencia. Algunas con la potencia de lo ancestral, otras en el caos de lo inminente, en muchas de ellas existen reservas éticas suficientes como para sostener la propuesta de “otro mundo” construido sobre otras bases.
Los trabajadores y trabajadoras, urbanos y rurales, obreros y agricultores, todos ellos y ellas ocupan un lugar social de enorme importancia, son una de las palancas esenciales que mueven al mundo. Por sus labores y capacidades acumulan una cantidad infinita de conocimientos y saberes, entre los que se incluyen los valores de solidaridad, ayuda mutua, organización, lucha, resistencia, conciencia de clase. Todo esto favorece la expresión de principios éticos contrarios al capitalismo. Por vivir en esta sociedad los trabajadores y trabajadoras están permanentemente bombardeados por la no ética capitalista. La justa y necesaria lucha por el salario, por el ingreso, no debe opacar otras zonas de la conciencia, cuyo ejercicio es vital para que la clase trabajadora cierre filas con los demás grupos, sectores y organizaciones sociales que, como ella, portan la esperanza como un río en la frente.

En el Día Mundial del Medio Ambiente, pongamos el énfasis de nuestra acción y reflexión en todo lo bueno que hay por hacer antes que en lo malo que ya se ha hecho. Eso ya lo padecemos a diario.

A pesar de las profecías tecnofuturistas, del fraseo de los encantadores de serpientes y de los anestésicos sociales ofrecidos en cada esquina, somos una parte de la sociedad que ha elegido estar preñada de esperanza y de capacidades de cambio. El otro mundo será posible cuando la ética social lo construya, con justicia, con paz, con respeto a la diversidad y al ambiente, con equidad e inclusión de las generaciones futuras.


Para esa construcción imperiosa el aporte de los trabajadores y trabajadoras es imprescindible.

Ayer ya éramos mañana.


Carlos Amorín
© Rel-UITA
5 de junio de 2006
SIREL # 1274

* La expresión pertenece al poeta argentino Higinio Mena.
Tomado de www.uita.org.uy



viernes, mayo 12, 2006

El amor por la tierra, el medio ambiente, la vida.



En 1854 el presidente de los Estados Unidos pretendió comprar las tierras a una tribu indígena, pero el jefe seattle le respondió con una carta en la cual reveló, además de su amor por la tierra, el entorno y la vida, sus concepciones filosóficas, su calidad poética y, sobre todo, su capacidad para profetizar los desastres ecológicos que causaría el hombre blanco.

Un siglo y medio después sus palabras siguen encendiendo la emoción en aquellos que todavía no se resignan al suicidio colectivo que persigue con pavoroso ahínco la especie humana, en aquellos que aún alientan la esperanza de una vida mejor. Escuchémoslas con respeto profundo y con las puertas del alma abiertas a un mensaje que sigue siendo tan necesario.

CARTA DEL JEFE SEATTLE


¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas ¿Cómo podrán ustedes comprarlos?. Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. la savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando comprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por lodo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. También el gran Jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ella consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados: Si les vendemos la tierra, deben recordar que es sagrada, y a la vez enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de la vida de nuestra gente. El murmullo caer del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos.

Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos, y por lo tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño, que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y una vez conquistarla sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Les secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados, Trata a su madre la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás sólo un desierto. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos.

Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido sólo parece insultar nuestros oídos. Y después de todo. ¿Para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque?. Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.

El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada; como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondrá una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.

Soy un salvaje y no comprendo de otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir. ¿Qué sería del hombre sin los animales?. Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual. Porque lo que suceda a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado.

Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con la vida de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos. Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace así mismo.

Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para El, y si se daña se provocaría la ira del Creador. También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminen sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.
Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia.