sábado, noviembre 25, 2006

Neuronas se necesitan

Pensar un poco, por favor!!!

Acabo de recibir un mail que es la estupidez más grande de los últimos tiempos: un idiota chovinista convoca a boicotear, a no consumir, productos argentinos... no se sabe en nombre de qué, pero de cualquier manera es una barbaridad que atenta contra los intereses del país.

Sólo pensemos en esto: El consumo uruguayo representa menos del 1 por ciento de la producción argentina. En cambio, los argentinos nos compran alrededor del 30 por ciento de nuestra producción exportable. Las conclusiones son obvias: si absolutamente todos los uruguayos dejáramos de comprar productos argentinos no les haríamos ni mella a los argentinos (que aunque el boicot fuera un éxito no sé qué cornos ganaríamos!!!!), pero si los argentinos decidieran boicotear EN SERIO nuestra producción nos harían un agujero que haría quedar nuestra economía en ruinas. Entrar en este tipo de estupideces patrioteras y chovinistas es lamentable. Los convocantes no dicen a santo de qué sería el tal boicot, pero uno se imagina que es por el tema de los cortes de ruta y las plantas de celulosa, puesto que mencionan resoluciones sobre el uso del río Uruguay de parte de La Haya y del BID… (dando a entender, de paso, que los uruguayos deberíamos prosternarnos ante tales celebérrimas autoridades)…

Pensemos algo sobre las plantas. Si hacemos un listado de beneficios y perjuicios, la lista de perjuicios es mucho más grande que la de beneficios.
Se crearán apenas 300 puestos de trabajo (la mayoría para técnicos extranjeros) mientras que se van a destruir miles de empleos en la agricultura, la pesca, el turismo, la gastronomía, la hotelería, la apicultura y otras áreas importantes de la economía.

La instalación de estas plantas no sólo va a contaminar y a deteriorar en forma muy grave el ecosistema de la cuenca del río Uruguay, sino que además va a generar emigración, pobreza, miseria y desocupación, al igual que lo han hecho todas las plantas de celulosa que -con igual tecnología- ya se instalaron en otros países sudamericanos. Veámos sólo dos ejemplos: la celulosa Celco, en Valdivia, Chile, que utiliza exactamente la misma tecnología que Botnia, debió ser clausurada por el gobierno debido a la alta contaminación que ya intoxicó a muchas personas y provocó la muerte de más de 30.000 cisnes de cuello negro (especie en extinción) en el río Cruces, declarado Santuario Ecológico de la Humanidad por las Naciones Unidas.

En Brasil, la celulosa Aracruz, del mismo grupo económico y con la misma tecnología que Botnia y Ence, contaminó el río de tal forma que los pescadores debieron emigrar y gran parte de la población también se ha ido debido a la falta de trabajo causada por el avance de los monocultivos de eucaliptos.

Recientemente el alcalde de Pontevedra, donde está instalada la matriz de Ence, dijo públicamente que los habitantes de esa ciudad de Galicia esperan ansiosos el cumplimiento del plazo legal otorgado a esa empresa para que se retire, debido a que la ría ha quedado altamente contaminada, lo que ha deteriorado la pesca, principal industria de la región, además de haber aumentado la incidencia de cáncer y enfermedades respiratorias entre los pobladores de la zona.

Hasta ahora, los únicos que defienden las plantas en Uruguay son los técnicos pagados por la empresa, los técnicos pagados por el Banco Mundial y el gobierno, todos involucrados con intereses directos en que ese nefasto proyecto prospere. En cambio, todos los técnicos independientes, incluidos los de la facultad de Ciencias, y los pertenecientes a las más diversas organizaciones no gubernamentales, es decir, insospechables de parcialidad, sostienen que la contaminación será realmente grave y perjudicial.

El gobierno, la empresa y el Banco Mundial mienten cuando dicen que se usará la última tecnología. Porque se usará ECF, que es una tecnología que tiene 15 años de atraso respecto a la TCF. Mientras con la ECF se vuelcan los efluentes contaminados al río, con la TCF la contaminación sería menor porque es un sistema de ciclo cerrado. Pero como es más cara no la van a usar en Uruguay, al contrario, van a usar la más atrasada y la más contaminante: la ECF.

El gobierno, El Banco Mundial, la empresa y los medios de comunicación mienten a sabiendas porque el Banco Mundial y la empresa han puesto mucho dinero para que así sea. Además el gobierno quiere salvar a sus amigos de las cajas bancaria, notarial y de profesionales universitarios vendiendo árboles, mientras el país se desbarranca, ya que los únicos que se benefician con este proyecto son los dueños de campos forestados y las grandes corporaciones trasnacionales de la forestación.

Instalar las empresas sucias, altamente tóxicas y contaminantes en los países del tercer mundo es un objetivo largamente planificado y puesto en marcha por el imperio y los países centrales y ahora los uruguayos estamos sufriendo las consecuencias. Es triste que el nuevo gobierno apoye semejante agresión a nuestros legítimos intereses.

Pero además, el principal argumento a favor de las plantas, que es la supuesta creación de puestos de trabajo, se desmorona estrepitosamente cuando uno hace cuentas: poner las plantas aquí significa elegir el modelo forestal, el peor modelo productivo de todos los existentes. ¿Por qué? Porque mil hectáreas de campo forestado dan trabajo sólo a cuatro personas. En cambio, mil hectáreas dedicadas a cualquier tipo de producción agrícola -¡A CUALQUIERA!- da trabajo a cinco veces más cantidad de personas. Algunos rubros económicos pueden dar trabajo, incluso, a 150 personas en igual superficie, pero en promedio la producción agrícola es cinco veces más generadora de empleo que la forestación. Por tanto, optar por la forestación y por la instalación de las plantas de celulosa es elegir un futuro de desolación, emigración, desocupación y pobreza, tal cual ha ocurrido en todas aquellas regiones en donde estas plantas ya se instalaron.

Mientras el nuevo gobierno siga por este camino no habrá ningún problema con la oposición. Los Sanguinetti, los Batlle, Los Lacalle y los Heber son propietarios o están involucrados con grandes extensiones de campo forestado. Y por eso tales líderes se restregan las manos y felicitan a Arana y a Vázquez en este tema, igual que los grandes medios de comunicación, pero todos sabemos que son gente a la que nunca importó el país.

Para colmo: ya no les alcanza con destruir el litoral fraybentino sino que además quieren destruir Durazno y Rocha, este último uno de los departamentos que perdería su mayor riqueza, es decir, sus ambientes naturales, playas y humedales, que son la mayor fuente de ingresos desde el punto de vista turístico que tiene el país. Pero si esas tres plantas se instalan no serán las únicas: hay otras siete proyectadas. ¿Se imaginan en qué se convertirá Uruguay?: sólo habrá lugar para los pocos técnicos y operarios que se ocupen de quemar troncos, soporten el olor a huevo podrido y puedan sobrevivir a toneladas de sustancias contaminantes. El paisito se convertirá en un desierto verde.

Yo me pregunto lo siguiente: nos rompimos el alma para defender nuestra agua, hicimos un plebiscito que es ejemplo en el mundo y ahora se la regalamos alegremente a gente que la va a contaminar impunemente. Porque para peor el país ni siquiera va a ganar un peso con la industrialización de los árboles. Uruguay seguirá exportando rolos, es decir, materia prima sin valor agregado, porque el territorio donde se está instalando Botnia ya no pertenece a Uruguay: es parte del territorio finlandés, el gobierno se lo regaló; es lo que surge del tratado aprobado por el Parlamento y por el decreto del gobierno que convirtió a esa parte de nuestro país en zona franca.

Otra perla de este collar: Botnia está exonerada de pagar impuestos, cuando cualquier comerciante o industrial uruguayo, igual que cualquier hijo de vecino, paga impuestos cada vez más onerosos. En los últimos 20 años, entre subsidios directos e indirectos el país le regaló mil millones de dólares a la producción forestal, que pagamos con impuestos todos los uruguayos. El modelo forestal es exótico e ineficiente, y no hubiera prosperado sin subsidios. Entre muchas barbaridades, el gobierno anterior aprobó una ley según la cual cualquier complejo agropecuario cuya superficie sea forestada al 60 por ciento o más queda exonerada de impuestos. Resultado: la mayoría de los propietarios de tierras plantó eucaliptos a mansalva, incluso en terrenos aptos para la agricultura o el pastoreo, inutilizando la tierra para otras actividades productivas, destruyendo el Uruguay Natural. Pero lo peor de todo es que ahora el nuevo gobierno, en lugar de intentar revertir el desastre, pretende profundizar la injusticia: en el último proyecto presupuestal incluyó un artículo que exonera de toda clase de impuestos a las empresas forestales. Semejante dislate lo pagaremos todos los uruguayos... Triste, muy triste. Es hora de que empecemos a reflexionar en lugar de decir que sí a todo lo que se nos intenta "vender".
WF
PD: Acabo de enterarme que un legislador uruguayo –ignoro quién es y de qué partido– instó recientemente, en una sesión del Parlamento, a no consumir productos argentinos. ¡Vaya! Que un idiota lo haga por internet, vaya y pase, pero que un legislador lo haga en pleno Parlamento ya es grave. El único comentario que se me ocurre es este: durante muchos años Uruguay se ha caracterizado por exportar cerebros. Se ve que los hemos mandado casi todos al exterior, para que estas cosas pasen en nuestro bendito país.

1 comentarios:

At 12:16 p. m., Blogger EL ANALISTA AFICIONADO said...

Lo mejor seria..que vos y la pandilla de Guayubira se pusiesen a trabajar por este pais y se dejen de criticar tanto...si no quiere que se pongan papeleras, monten algo para que Uruguay no tenga de que depender de vender carne...

Dejate de joder...

 

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